Manuela Carrión. La pintura como expresión poética

Manuela Carrión es una artista enamorada de su pintura, del arte, de la cultura en general. Sus cuadros están llenos de poesía. Reflejan ese idilio de ensoñación en ocasiones de manera pausada y sosegada, otras veces con verdadera rebeldía. Su obra nace del automatismo puro. Intenta plasmar por medio de formas abstractas o figurativas simbólicas las imágenes de la realidad más profunda del ser humano.

Parece que el color, conjugado de modo personal y con una valoración casi abstracta es lo que más le importa. Su impronta se hace patente en la utilización de cromatismos fuertes, desgarradores; los verdes se mezclan con los ocres, éstos a su vez se alían con tonalidades también penumbrosas y de alto grado expresivo.

Sus óleos y acrílicos se adornan con pinceladas impresionistas, y motivos abstractos, en ocasiones apuesta por un aire más figurativo. Su obra es evolutiva, marca su tempo la experiencia que le dan los años. La artista encuentra ahora un rango más conceptual y surrealista.

Manuela se sumerge en una dimensión de deseos, pero desde luego, expresa el deseo de otra realidad. Se identifica con una realidad que no existe, la suya propia. Este distanciamiento de lo objetivo indica el nivel de alienación de la artista. Su intención no pretende cambiar el universo que la rodea, sólo expresar sus propios sentimientos, sus sueños, añorando una realidad personal, sencilla, imaginativa, sensual, sensible y emocionante. Disfruta de su pintura, concebida como una elevada expresión de su espíritu, una importante capacidad de síntesis, de amor por los grandes silencios, y sentido de la armonía. Es capaz de disfrutar con el concepto, unas veces más elaborado, añadiendo sobre su abstracción formas a modo de notas aclaratorias de su realidad, en otras deja al espectador hacer sus deberes, con el sentimiento y con la emoción reconvertidos en línea o en color.

Ella es consciente de que la pintura es sólo eso, pintura, pero sabe a ciencia cierta que la capacidad para manejarla, para transformarla en latidos, para ofrecer magia, para regalar a los ojos ávidos, poesía, es lo que convierte a un pintor en artista.

Daniel Aremas Rodríguez
Crítico de Arte Independiente
Director Sala Aires/MACAM